Desafío agrícola y de conservación
El rescate e incorporación a la producción de los terrenos agrícolas, así como la ampliación de las políticas de conservación ecológica, son desafíos cruciales que Puerto Rico tiene que afrontar como parte de la solución estructural a la crisis productiva, fiscal y de planificación que enfrentamos.
Representa todo un reto poner por delante la integridad ambiental del País cuando existe una auténtica batalla por cuadrar el presupuesto. Hay menos dinero y menos personal para tareas vinculadas a la protección, lo que haría más vulnerables a las agencias y entidades responsables del rescate de las pocas áreas que han permanecido incólumes, y que no deben ser dañadas en ninguna forma.
En términos de conservación, actualmente sólo el 8% de los terrenos de la Isla están protegidos. El resto, lo poco que pudiera conservarse, y que es también de alrededor del 8%, depende de la buena voluntad de los propietarios de los terrenos o de los vaivenes e intereses políticos partidistas de las administraciones de turno.
Debe reconocerse que este año se ha dado un gigantesco paso con la firma de la ley que designa como reserva natural todo el territorio dentro del Corredor Ecológico del Noreste, coronándose así una larga gesta de la Coalición Pro Corredor Ecológico. También trascendentales han sido las medidas para la conservación de unas 100,000 hectáreas que abarcan 20 municipios como parte del Corredor Ecológico del Bosque Modelo y que son el resultado de una bien articulada lucha científica, social y educativa liderada por Casa Pueblo, de Adjuntas.
No obstante, queda mucho por hacer en materia ambiental. Asuntos tan vitales para Puerto Rico como la protección de los arrecifes de coral, amenazados por la contaminación, el calentamiento de los mares y la sobrepesca de ciertas especies como el pez cotorra, asociadas a su ciclo de vida, están otra vez sobre el tapete y precisan de planes y voluntad para salvarlos.
No hay que recalcar la importancia que tienen los arrecifes de coral para el ecosistema costero, siendo fuente de vida y de atractivo turístico para la Isla.
Al hilo de la protección de estos recursos, hay que atender urgentemente ese otro ámbito de la conservación que es el de los terrenos agrícolas. En Puerto Rico nos quedan, si acaso, unas 650,000 cuerdas de terreno para ponerlas al servicio de la agricultura. La necesidad de protegerlas e impulsar nuestra seguridad alimentaria es otro de los grandes retos. Se afirma que, aun con estas gestiones afirmativas, nuestra producción no pasaría del 50% de lo que consumimos, pero en principio sería un gran éxito comparado con nuestra producción actual que es de alrededor de un 15%.
En medio de una contracción fiscal tan aguda como la que enfrentamos, conservar los recursos naturales y los terrenos agrícolas es más un asunto de creatividad y convicción, que de dinero o incentivos contributivos.
En un espacio geográfico tan reducido y profundamente maltratado por la contaminación, la falta de reciclaje, el escarnio de nuestras playas y de las costas en general y las terribles lagunas educativas en cuanto a la protección ambiental, el Gobierno debe ser más enérgico. Tiene el respaldo de los ciudadanos y de las instituciones comprometidas con un Puerto Rico más articulado y verde.
Si una oportunidad moral nos da esta crisis, es la de enseñar el valor de la conservación y la de demostrar la valentía de apoyarla.
Por: Editorial El Nuevo Día
Publicado en El Nuevo Día el 17 de Junio de 2013