El éxito de la economía solidaria
Publicado en: El País
Por:Dr. Pablo Guerra Profesor (Investigador en economías solidarias).
Desde hace algunos años el movimiento de la economía solidaria viene insistiendo en la idea de que “otro mundo es posible” (lema del Foro Social Mundial desde 2001) poniendo el acento en la necesidad de superar los efectos socioeconómicos, culturales y ambientales gestados por los principales modelos de desarrollo practicados hasta el momento.
La crisis sistémica que en mayor o menor medida todos sufrimos, viene movilizando a miles de experiencias y organizaciones en todo el mundo, animadas por mostrar cómo otra economía es posible, es decir, cómo podemos producir, consumir, comercializar o ahorrar con criterios alternativos y solidarios. En definitiva, mostrando cómo la economía solidaria no es solo un bello sueño, sino una realidad concreta de nuestras economías. Realidad que satisface las necesidades colectivas de numerosas personas a lo largo y ancho de todo el mundo y que se presenta como lucecita de esperanza en un contexto que pide a gritos soluciones inclusivas e inspiradas en valores (ya no en la menoscabada valorización especulativa).
La propia ciencia económica deberá re-comprenderse y actualizarse para dar cuenta de estas experiencias y comportamientos solidarios. Guiada por mucho tiempo bajo el paradigma del mal llamado “homo oeconomicus”, se nos ha hecho creer que solo somos racionales si nos comportamos de manera fría, calculadora y maximizadora en todos nuestros actos (incluidos aquellos más emotivos y relacionales, como es el caso del matrimonio, como esgrime el neoliberalismo de Becker). Tal disparate y aberración ideológica, ha terminado por legitimar un modelo de negocios esquivo a toda referencia ética. Ciertas Escuelas de Negocios y Universidades se sumarían a este bochornoso espectáculo de pragmatismo liberal, incluida la “progresista” Harvard en los 80, renuente entonces a incluir un módulo de ética en su malla curricular, como nos lo recuerda Etzioni, quien luego creará su Communitarian Network para hacer frente a ese individualismo radical.
Sin embargo, la realidad suele ser terca para algunos analistas. Y resulta que la solidaridad puede tener tanta cabida como el egoísmo en la economía. Es así que la propiedad colectiva, cooperativa y asociativa reúne a cientos de millones de socios en todo el mundo. Que los negocios basados en marcos éticos atraen cada día a más personas. Que las experiencias económicas alternativas no han sufrido la quiebra como los otrora gigantes del capitalismo mundial. Que los pobres también pueden organizarse.
Nuevas culturas económicas se han abierto paso y han propuesto alternativas viables. Demostrando cómo la empresa también puede ser una organización democrática, puede estar basada en el trabajo, puede perseguir un bien social, y puede mostrarse exitosa en el marco de ciertos principios y valores. Allí están los ejemplos del comercio justo, las finanzas éticas, la producción biológica y orgánica, las empresas recuperadas y autogestionadas, el turismo responsable, la organización cooperativa y asociativa, el trabajo en red de la economía popular, el consumo responsable, esto es, un sinfín de experiencias dispuestas a retomar viejas banderas como las de justicia social y participación democrática, o nuevas banderas como equidad de género y protección del ecosistema.
La publicación de SETEM que lleva por título “Miradas Globales para Otra Economía” busca reflexionar sobre la necesidad de cambiar nuestros modelos de desarrollo económico, proponiendo caminos alternativos como los recorridos por 15 experiencias analizadas. Sin ortodoxias. Sin pensamientos únicos. Sin discursos autocomplacientes. Las necesidades del mundo hoy obligan a una lectura compleja y al mismo tiempo sin complejos.