HOMBRO CON HOMBRO POR EL PLAN DECENAL
Para que la educación vuelva a ser el agente principal de cambio y movilidad social en Puerto Rico, es necesaria una transformación del sistema educativo con un plan anclado en la participación ciudadana y cuya supervivencia sea protegida por una sociedad civil dispuesta a hacerle frente al embate de las políticas partidistas.
Este planteamiento, que recoge el consenso de los participantes de un conversatorio organizado por la Junta Editorial de El Nuevo Día en torno a la creación de un Plan Decenal de Educación, nos llama a que reflexionemos como país, no solo sobre qué medidas debemos desarrollar para revivir un sistema educativo agotado y obsoleto y enfocarlo hacia las necesidades de la generación digital del siglo 21, sino también cómo garantizamos la continuidad de esa transformación.
Coincidimos con la visión general expresada por los panelistas de que el apoderamiento de todos los integrantes de la comunidad escolar será clave para garantizar el éxito de cada iniciativa de cambio. Pero la única forma de desarrollar ese sentido de pertenencia es mediante una participación de base amplia en la confección del Plan.
En ese sentido, fue sumamente gratificante la numerosa asistencia que se dio cita en el Teatro Emilio S. Belaval de la Universidad del Sagrado Corazón, para ser parte de una conversación colectiva de una propuesta de reforma educativa integral, enmarcada en un plan de educación a diez años de duración con la intención de emancipar los procesos educativos del escarnio de los vaivenes políticos que tanto daño han causado.
Entusiasma de este esfuerzo, que elabora la Mesa de Trabajo del Plan Decenal de Educación, facilitada por la Fundación Agenda Ciudadana, no solo su finalidad, sino el hecho de que está anclado en la participación de la ciudadanía que parte de una aspiración colectiva de aportar quehacer educativo de cara a los desafíos que enfrentamos como país.
Con ello se revierte la fracasada ecuación de reformas que han salido primero del seno de las estructuras políticas para luego abrirse, pro-forma, a la participación ciudadana.
Por otro lado, dado que la calidad de la educación depende en grandísima medida de la calidad humana y profesional de su cuerpo docente, y de la autenticidad del compromiso moral del maestro con su vocación, fue alentador ver el destaque que todos los panelistas, así como miembros del público en general, dieron a la figura del maestro, no solo en aspectos de justicia salarial sino también en torno al mejoramiento de las condiciones de trabajo del magisterio.
Sabemos que el camino hacia la consecución de un proyecto tan abarcador no está libre de escollos, siendo uno de ellos la apertura y receptividad que tendrá que encontrar este esfuerzo en las estructuras políticas, en especial en una Asamblea Legislativa donde el protagonismo es rampante, aún cuando la administración del gobernador Alejandro García Padilla ha expresado un compromiso con el Plan Decenal. Pero esto es parte del proceso y no debe desalentar a nadie de participar en tan histórico esfuerzo.
Por ahora, la conversación para detener el declive de la oferta educativa en momentos en que apremia potenciar nuestra economía -y es un hecho innegable de que existe una absoluta interdependencia entre educación y desarrollo económico y social- continúa.
Apostemos a la creatividad y contribución de nuestro pueblo en el proceso de propuestas para el Plan Decenal de Educación y sabemos que fuera de las estructuras políticas hay una cantera de buenas ideas para dotar a nuestra juventud con la educación de excelencia que fomente calidad de vida y la sustentabilidad de nuestro desarrollo socioeconómico.
Por: Editorial de El Nuevo Día / 20 de mayo del 2013
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el Plan Decenal de Educación para Puerto Rico.