LOS ESTUDIANTES ESTUDIAN Y LOS CONFINADOS TRABAJAN
Auryvelisse Collazo Ortiz
(Humacao)
¿Qué problema concreto atiende tu propuesta?
Por qué invertir tanto en los presos y no en la educación? Puerto Rico tiene muchos problemas presupuestarios y sobre todo en el manejo del dinero. Lamentablemente el gobierno prefiere hacer cortes de presupuestos en las universidades del país en lugar de colaborar con aquellos que tienen una meta de superación.
¿Cuál es tu propuesta concreta y puntual?
Yo propongo que:
1. como parte de los deberes de los confinados del país, se les asignen horas de trabajo para que ellos paguen por la comida, ropa y servicios de rehabilitación ofrecidos en las cárceles del país. Algunos trabajos sugeridos son la agricultura como el recogido de café y la manufactura de productos. A lo mejor valoran el sacrificio que les costó su rehabilitación y no vuelven a caer en el círculo vicioso que se encontraban. Además, les estarían pagando por su trabajo y ellos mismos se costearían su estancia en la cárcel,
2. así parte del dinero que el gobierno invierte en los presos puede pasar directamente al presupuesto para cada Universidad del sistema.
¿De qué forma implicarías en esta propuesta?
Pienso que cada estudiante del sistema puede escribir una carta dirigida al gobierno para así presentar de forma pasiva la inquietud con relación a la preferencia del gobierno por mantener a los presos y no ayudar a los estudiantes del país. Por otro lado, los Departamentos de Comunicación de las instituciones pueden hacer una campaña bien estructurada y presentarla en las noticias del país. Pienso que no hay necesidad de utilizar el enfrentamiento violento que hemos estado observando en los últimos reclamos.
Parte de la razón por la que se invierte más en lo presos que en la educación es porque la mayoría de las cárceles son entidades privadas con fines de lucro. En mucho lugares (y no me extrañaría que pasara en Puerto Rico) se meten a muchos jóvenes, especialmente, presos para llenar los bolsillos privados de quienes corren las cárceles. Quizás este sea el problema a resolver.
Por otro lado, hay que tener cuidado de no estar promoviendo el trabajo como un castigo. El recoger café o el limpiar las calles, por ejemplo, tiene su dignidad y no debe tan fácilmente promoverse como algo que solo es digno para un preso. Dicho esto, me gusta la propuesta de que el confinado trabaje por su sustento y que sirva este trabajo como medio de rehabilitación y no de castigo. Un buen ejemplo lo hace la cooperativa Nuevo Amanecer de jóvenes artesanos de la cárcel de Humacao.