Nuevo país y sociedad de dueños, por Bartolomé Gamundi
Un buen amigo, hoy no presente físicamente, inspiró nuestros sueños con lo que llamó “visión de un nuevo país”. Aunque se iniciaron esfuerzos para convertir en realidad su clara definición, sus esfuerzos quedaron abruptamente suspendidos por el llamado del Señor, para asignar otras tares al líder inspirador de aquella visión.
Paradójicamente, hoy cada político y muchas personas con acceso a los medios, repiten con frecuencia que Puerto Rico, necesita un nuevo modelo y que tenemos que movernos a crear un nuevo país, aunque sin ofrecer y sin definir los procesos y las enormes tareas y retos que esta esperanza demanda. Como es costumbre confundimos el eslogan, sonoro y pegajoso, con la profundidad y madurez intelectual que una visión demanda.
Existe una realidad que debemos enfrentar, producto de factores externos, como la globalización, la revolución tecnológica, el fracaso de nuestras instituciones y las crisis financieras, todo ello unido a una ausencia de liderato político responsable y digno. Nos han empujado a un ambiente de inseguridad, evidenciado por una carencia de confianza y la bancarrota de capital social.
Nuestra sociedad demanda una inyección de optimismo, más que un programa de motivación, un convencimiento pleno de que, tanto como individuos y como colectivo, debemos asumir control de nuestras vidas y de nuestro destino. Tenemos que convertirnos en una sociedad de dueños, capaz de ser propietarios de nuestro presente y del diseño de nuestro futuro.
Pero, qué difícil es tratar de definir algo tan natural como ser parte de una sociedad de dueños. Ello me obliga, con la ayuda de mi gran amigo Ramón Daubón, a definir comportamientos de lo que llamamos así, sociedad de dueños. Se trata de una colectividad compuesta por los que se hacen responsables de ella de manera compartida, porque es de todos.
Es una sociedad de iguales que saben que tienen que llegar a acuerdos ya que no pueden dividirla en fracciones porque la debilitan. Es una sociedad que entiende la necesidad de deliberar porque todo dueño sabe que ninguno de ellos tiene la solución mágica sino que cuenta con el apoyo de sus conciudadanos. Que entiende la necesidad de concertar soluciones en las cuales nadie obtiene todo lo que desea, pero todos sienten su voz representada en la solución a que se llega.
En una sociedad así, sus dueños piensan: “Esto es mío y como tal tengo que cuidarlo”, con el propósito de validar la fuerza de nuestro deber en edificar este principio social.
Ilustremos ahora lo que no es una sociedad de dueños: la representada por clientes y beneficiarios del Estado; la que es capaz de echar abajo el éxito completo del todo a fin de ganar el debate fraccionario; la integrada por quejones, lamentosos y dependientes; aquella llena de críticas destructivas, rumores y bochinches sin fundamento.
Nuestra visión de país no puede subordinarse a eslóganes ni a palabras huecas. Es un proceso inspirador. Es ser dueños de nuestra capacidad de soñar y, entre todos, crear el país que nos merecemos hoy y nuestras futuras generaciones.
Por: Bartolomé Gamundi Cestero
Publicado; El Nuevo Día
Esa es la Agenda de trabajo de Agenda Ciudadana: facilitar la creación de un País donde todos y todas nos sintamos dueños y dueñas, así como responsables de la ruta que vamos construyendo en bien de todos y todas. Bienvenidos y bienvenidas sean todos los que se sientan convocados!!