Piedra angular del proyecto de país
Ante los profundos problemas sociales que enfrenta el país, casi todos los sectores convergen en la importancia de atender un asunto en común: la educación. Sin embargo, ese acuerdo discursivo no ha logrado convertir nuestro sistema educativo en uno que, más allá de pruebas de aprovechamiento o planes de mejoramiento escolar, resulte pertinente a la sociedad actual.
Aunque las propuestas para transformar ese sistema han sido exploradas, concertadas y redactadas, la resistencia de algunos sectores se ha erigido como el obstáculo principal para lograr los cambios necesarios. Eso sostiene Adalexis Ríos, directora ejecutiva de Aspira, organización educativa no gubernamental.
Ríos asegura que la ciudadanía ha señalado en múltiples foros y diálogos que el sistema educativo no cumple sus principales objetivos por las dinámicas de partidización, centralización y burocratización.
“Estos tres problemas inciden en la calidad de los procesos y de los resultados y provocan que se distancie el proceso educativo de las necesidades e intereses de los estudiantes”, explica Ríos. Añade que el efecto más grave de la partidización resulta ser la falta de continuidad de las iniciativas y proyectos.
Así coincide Josué McGrath, coordinador de iniciativas de Nuestra Escuela, quien asegura que existen prácticas educativas que han sido efectivas en Puerto Rico y que deben reconocerse. No obstante, McGrath enfatiza que las mismas no deben interrumpirse cada tres o cuatro años, sino que requieren de un seguimiento que trascienda los períodos eleccionarios.Plan a diez años
En un diálogo transectorial facilitado por Agenda Ciudadana el año pasado en el vigésimo Congreso Internacional de Educación Democrática en Caguas, representantes de sobre cuarenta organizaciones educativas, comunitarias, sindicales y empresariales afirmaron que Puerto Rico requería un pacto social a largo plazo sobre su educación. Para lograr esto, plantearon que la transformación del sistema educativo tiene que emerger de la ciudadanía hacia los organismos públicos y privados, en vez de ser impuesta por una administración gubernamental.
De ahí surgió la propuesta de que Puerto Rico, al igual que han hecho exitosamente Colombia, Ecuador y otros países, elabore un Plan Decenal de Educación, entiéndase un plan de educación a diez años.
La Mesa de Trabajo del Plan Decenal de Educación para Puerto Rico, de la cual Ríos y McGrath forman parte, ha procurado desde entonces diseñar un proceso de amplia participación ciudadana a través del cual todos los sectores gubernamentales, privados y civiles se involucren en la definición de los aspectos claves de ese plan.
“Al resultar de la voluntad y el acuerdo multipartita y multisectorial, así como de la amplia participación de toda la ciudadanía, nos obligaremos como sociedad a trascender las barreras político-partidistas en cuanto se refiera a la educación”, afirma Ríos, quien elabora junto a la Mesa de Trabajo el proyecto de ley del Plan Decenal de Educación que pronto será sometido por petición a la rama ejecutiva y legislativa.
Visión de País
Para McGrath, el Plan Decenal de Educación implica mucho más que transformar las escuelas, las universidades o los departamentos de educación.
“Es una visión de futuro hacia la cual el país está listo a caminar, y el sistema educativo debe estar vinculado a esa visión de país y ser el instrumento para alcanzarla”, sostiene.
La transformación del sistema educativo sería, entonces, en palabras del empresario y también participante de la Mesa de Trabajo del Plan Decenal de Educación para Puerto Rico, Luis Otero, la “piedra angular” para la realización de ese proyecto de país y solución de nuestros principales problemas como sociedad.
Por: José B. Márquez
Publicado en: El Nuevo Día/ Puerto Rico Participativo