Propuesta de desarrollo
Ante el mentado desgaste del modelo económico de Puerto Rico, ayer un grupo de economistas, planificadores y miembros de la sociedad civil discutieron la urgencia de crear un modelo nuevo que se fundamente en la solidaridad.
El grupo respondió a la convocatoria de la Universidad Metropolitana (UMET) para celebrar la primera Semana de la Economía Solidaria, en el que discutieron alternativas de desarrollo para la Isla que integren a las comunidades, y que sean justas y sustentables.
“Entendemos que es la punta de lanza para la transformación de los paradigmas del modelo neoliberal. A través de la economía solidaria se crean las condiciones para ver el mundo de otra forma, de ver el desarrollo económico como uno centrado en el ser humano y no en el capital”, expresó Alejandro Silva, presidente de la Asociación de Economistas.
Su colega Marta Quiñones destacó, por su parte, que la economía solidaria es más eficiente porque crea redes con otras personas y así aprovecha todos los recursos a su alcance para “buscar soluciones, innovar, emprender y ayudar a los demás”.
La economista aclaró que este modelo no tiene que centrarse en la creación de cooperativas o empresas propiedad de trabajadores, sino que puede empezar con empresas comunitarias o individuales, que luego se asocien con otras para mejorar sus productos y servicios.
Esto último es una evolución necesaria para este paradigma que se promueve. Mari Villariny, de la Sociedad Puertorriqueña de Planificación, enfatizó en que la economía solidaria requiere que diversos sectores trabajen juntos.
Política pública necesaria
Silva, por su parte, destacó que bajo el modelo de economía solidaria se podrían potenciar empresas que no son viables desde el punto de vista del mercado. Al respecto, Quiñones abogó por que se establezca política pública que fomente que estos negocios se establezcan de forma legal, con subsidios o exenciones a algunos de los costos asociados a hacer negocios. Resaltó que algunas de las empresas que existen en la economía informal dejarían de ser rentables si se legalizan y los obligan a cumplir con requisitos onerosos.
Los dos economistas participantes mencionaron que en Puerto Rico ya hay ejemplos que muestran que es posible tener una economía solidaria diversificada.
Mencionaron los sectores del comercio, la manufactura, las artes y el entretenimiento, la agricultura, el turismo y las artesanías y alimentos dirigidos a la diáspora puertorriqueña, y el trasbordo aéreo y marítimo para conectar con las Antillas Menores, como áreas de oportunidad para este tipo de empresas solidarias.
Mientras que Villariny resaltó la importancia de que estos negocios también respeten el ambiente. Un ejemplo que combina la economía solidaria con la sustentabilidad es el Bosque Modelo, una propuesta de Casa Pueblo y Agenda Ciudadana, con el que se protegieron 100,000 cuerdas en el centro de la Isla.
Arturo Massol, portavoz de Casa Pueblo, explicó ayer que gran parte de los terrenos del Bosque Modelo están en manos privadas, por lo que el plan que están trazando debe armonizar la creación de empleos con la conservación del ambiente, en un marco solidario.
“Tenemos que empezar poco a poco y, como un germen, ir apoderándonos de la economía hasta que sea tan fuerte que podamos pedirles a nuestros políticos que no estropeen lo que estamos haciendo porque, de lo contrario, vamos a mantener la debilidad que se ha dado en Puerto Rico en el siglo XX y que no nos ha permitido crecer”, expresó Quiñones.
Por: Marie Custodio Collazo
Publicado en El Nuevo Día el 5 de junio de 2013