Reparten su Amor por la Tierra
Estas mujeres aprovechan la venta de sus cosechas para propagar el respeto por la agricultura
Ya respetan la tierra y saben sacar de ella los mejores frutos. Ahora, este grupo de mujeres quiere acercar su pasión agrícola al resto del país y, de paso, ganarse un sustento.
Con el respaldo del Centro para Puerto Rico, la Asociación Agro-Mujer -que reúne a unas 50 agricultoras del área norte y oeste de la Isla- organiza un Mercado Verde los últimos jueves de mes en las instalaciones de esa organización sin fines de lucro en Río Piedras.
Hasta allí, llevan las hortalizas, frutas, plantas ornamentales y hasta la carne de cerdo que son producto de su esfuerzo. También, todo su amor por la tierra y el convencimiento de que, para subsistir, Puerto Rico necesita volver a venerarla como fuente de alimento y salud.
“Un país sin agricultura es un país sin cultura”, asegura María del Carmen Guerrero, quien convirtió su retiro como maestra de escuela elemental en una nueva oportunidad educativa. Ahora ofrece desde su casa en Vega Baja talleres y asesoría para crear huertos caseros.
El caso de Iris Quiles ha sido una vuelta a la raíz. Creció junto su padre, que criaba cerdos, pero luego se convirtió en secretaria. Claro que la agricultura siempre estuvo cerca. Ella, pepiniana de origen, desempeñaba esa labor en la escuela agrícola de Camuy.
Cuando los despidos en el gobierno dejaron a miles de trabajadores en la calle, ella se vio sin empleo, pero con un plan claro.
“Yo no caí en una depresión al ser despedida porque me dediqué a los cerdos, porque me levantaba todos los días a alimentarlos, a cuidarlos”, recordó Quiles, quien pronto se dio cuenta de que en la tradición familiar podía estar también la fuente de ingresos para mantener a sus dos hijos.
Al mercado del Centro para Puerto Rico, ella llega, no con cerdos, pero sí con pasteles que prepara con la carne de su porqueriza y con las hierbas y plátanos que cosechan sus compañeras de la Asociación.
La unión de esfuerzos que les dan el sabor a esos pasteles es solo una muestra de la solidaridad que caracteriza a este grupo de mujeres, lideradas por la hatillana Jossy Pagán.
En la Asociación, que se reúne una vez al mes en las Cavernas de Camuy, se comparte casi de todo: si no se aconsejan sobre cómo sembrar, intercambian semillas o se ofrecen compasión.
“(Con la agricultura), uno se vuelve más sensible… más humano”, reconoce la química Angelie Martínez, quien dejó el frío mundo de las farmacéuticas para crear junto a su esposo su propia empresa de cultivos hidropónicos.
Todas insisten en que, además de para vender, les entusiasma el Mercado Verde porque tienen contacto directo con la gente que luego llevará a su casa el producto de su trabajo y, con ellos, un pedacito del amor que ellas sienten por la agricultura.