Sembradores del Esfuerzo Conjunto
Esta comunidad escolar trabaja en un proyecto único para desarrollar la agricultura orgánica
Por Iliana Fuentes Lugo
San Germán – En la escuela Laura Mercado, las fronteras se derrumban para crear un verdadero ecosistema en el que alumnos, maestros y vecinos suman fuerzas para vivir en armonía con su entorno.
Enclavada en 18 cuerdas de las montañas de este pueblo del suroeste de la Isla, se trata de una institución pionera en ofrecer un currículo en agroecología, una disciplina que promueve la agricultura libre de químicos y que se vale solo de los recursos de la naturaleza para crear un ambiente saludable y ecológico.
Allí desyerban en vez de usar tractores para podar, crean su propia composta y fumigan con té de albahaca para proteger las plantas que crecen por todas partes, desde en el terreno fresco y las instalaciones hidropónicas de la finca hasta en gomas de carro.
“Demostramos con esto que no importa el espacio que tengas, si tú quieres comer mejor y tener calidad en tu vida debes acercarte a la naturaleza”, explicó Lilly Ortiz, directora de la escuela que tiene 300 estudiantes.
Durante décadas, en el plantel que agrupa el nivel intermedio y superior -este último con un currículo vocacional-, solo se ofreció agronomía a los alumnos mayores. Desde hace poco más de un mes, fue nombrada escuela especializada, y a partir de agosto tendrán un currículo integrado a la agroecología desde séptimo grado.
“Lo importante no es que el estudiante salga agrónomo ni agricultor. Lo importante es que el estudiante salga mejor ser humano, que aprenda a sensibilizarse, que aprenda a comer mejor, que aprenda a amar la tierra”, insistió Ortiz.
La más reciente muestra de los logros de esta escuela es un grupo de estudiantes que desde septiembre desarrollan un huerto en el que cosechan hortalizas y flores bajo la coordinación de una de las maestras de español.
Además de sembrar, los jóvenes agricultores son expertos en temas que se discuten poco entre la población general, como la seguridad alimentaria.
“Hay que trabajar en la agricultura para no estar en crisis de comida y, si a alguien le falta comida, poderlos ayudar”, dijo Josué Vega, de 14 años.
El esfuerzo de todos
Cuando Ortiz llegó a la Laura Mercado, hace 10 años, vio el potencial que tenía una escuela que contaba con un bosque urbano de siete cuerdas y una finca laboratorio de otras cuatro. De inmediato, se dio cuenta también de que su labor era solo una pieza dentro del rompecabezas que compone la comunidad escolar.
“Todos pensamos que el esfuerzo que hacemos es el más grande… Pero el esfuerzo difícil es el conjunto. Unir los esfuerzos y que todo el mundo se vea trabajando no es nada fácil”, comentó.
El resultado de ese esfuerzo es que los maestros de distintas disciplinas como música, mercadeo o enfermería desarrollan proyectos relacionados con la agricultura y ofrecen talleres a padres y vecinos por las tardes y los fines de semana. Los estudiantes y empleados ayudan a mantener limpio el plantel, que solo cuenta con dos conserjes. Y los comerciantes y agricultores de la comunidad ayudan en el arado de las tierras y la limpieza de los terrenos.
Cada día llegan más voluntarios, cuentan algunos maestros, entusiasmados por los avances de esta institución que insiste en buscar formas de integrarse a su entorno desde la colaboración de todos sus componentes.
Tomado de: El Nuevo Día