Somos responsables de participar
Convertirse en un ciudadano participativo, que se mueve a las propuestas y soluciones, es una responsabilidad que le corresponde a toda persona que se considera parte de una sociedad. Es, básicamente, dejar de ser un ente desentendido de lo que pasa o que solo se queja y critica, para informarse, reclamar espacios de consensos y dar respuestas a los males que aquejan a la comunidad.
Pero reconocerse como tal no es algo que ocurre espontáneamente. Conlleva tiempo, formación y práctica. “Para poder ejercer una ciudadanía competente hay que estar formado, comenzar por conocer qué es la participación y que tengo derecho de participar en el cogobierno de mi país”, afirmó Neyra Toledo, gerente de programas del proyecto Agenda Ciudadana.
Desde ese foro ciudadano ha visto cómo más organizaciones se unen y dan continuidad a propuestas de transformación en distintos ámbitos sociales, culturales y económicos. Su experiencia le dice que cada vez son más los ciudadanos que reconocen que necesitan formarse para ejercer a cabalidad lo que es su derecho, pero que también es su responsabilidad de procurar una democracia participativa. Toledo lo describe como un salto de una cultura de queja que históricamente se ha concentrado en exigirle al Gobierno que resuelva, a una de propuestas basada en análisis, diálogo y concertación.
Aunque esa transformación cultural es un proceso largo, el cambio en el discurso político reciente que reconoce que el Gobierno no puede actuar y decidir solo, sin el consentimiento del pueblo al que representa, es una señal de la influencia poderosa de la participación ciudadana.
“Lo que buscamos es tener más injerencia en los asuntos públicos y el cogobierno. Al transformar el discurso (político), ya hay un indicio de que hay una necesidad de acercar al Gobierno al pueblo”, señaló Toledo.
Con optimismo cauteloso, Mercedes Cintrón, de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo, destacó la importancia de que se abran más espacios dónde practicar la participación ciudadana. La escuela, dijo, es un entorno ideal para desarrollar desde la infancia al ciudadano participativo. En el ambiente escolar, toda la comunidad puede practicar competencias ciudadanas y destrezas sociales que faciliten las relaciones interpersonales. Cintrón lamentó que, en general, no es una experiencia que se está dando dentro de la comunidad escolar.
“Hay jóvenes que tienen dificultades para aportar en forma productiva porque no tienen acceso ni modelaje ni práctica de esas destrezas sociales”, apuntó Cintrón. “(Esas) no son competencias que se enseñan en la forma tradicional de una prueba, sino proveyendo a la gente prácticas reales y cotidianas, con diálogos constructivos, solución de conflictos, porque la competencia no se enseña en una forma de pedagogía tradicional”, añadió.
Cintrón apostó al Plan Decenal de Educación propuesto por 46 organizaciones reunidas por Agenda Ciudadana como una vía necesaria para cambiar esa realidad. También será una gran oportunidad para que más ciudadanos y comunidades sean parte de la primera convocatoria nacional que impulsará la transformación del sistema educativo, señaló la sicóloga.
Otras formas de participación deben darse en otro niveles institucionales, como el propio Gobierno y la empresa privada, sugirió Toledo. El fomentar prácticas equitativas, más solidarias, abiertas y menos jerárquicas, contribuye a desarrollar la conciencia y responsabilidad social de todos dentro de la institución, aseguró.
“Se aprende haciendo y dependiendo de las experiencias que uno tiene en la vida, se va formando como ciudadano responsable o irresponsable, pasivo o participativo”, manifestó Toledo.
Para una ciudadanía competente:
– Las competencias ciudadanas son aquellas habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas, conocimientos y actitudes que, articuladas entre sí hacen posible que las personas actúen de manera constructiva en la sociedad democrática.
– Permiten a los ciudadanos contribuir activamente a la convivencia pacífica, participar responsable y constructivamente de los procesos democráticos y comprender la pluralidad como oportunidad y riqueza de la sociedad.
Al ejercerlas, el ciudadano: se informa; desarrolla actitud y orientación ética; y puede deliberar con otros para concertar acciones.
Fuente: CAPEDCOM (Corporación de Apoyo a Programas Educativos y Comunitarios).
Por Ivis Negrón Pérez / [email protected]
24/01/2013
Puerto Rico se encuentra hoy en una encrucijada muy difícil. A partir del 1952 hemos hecho grandes esfuerzos hacia una sociedad más democrática y más prospera. Pero a la misma vez, hemos cometido muchos errores que pudieran empeorar si no atendemos el asunto.
Si nosotros, como ciudadanos puertorriqueños, no nos comprometemos enérgicamente con un gobierno más capaz para posicionar el país en una senda de renovación, muy bien pudiéramos enfrentar desintegración, decadencia y poner en riesgo nuestro sistema democrático.
¿Cómo podemos entonces atender los retos críticos antes de que se destruyan los logros de nuestro país?
Necesitamos crear un espacio y lenguaje para conversación estratégica que sea abierta, reflexiva y razonable entre nosotros en cuanto a posibles escenarios para el país, y las oportunidades, riesgos y opciones que estos escenarios presentan. A cinco años adentrados en nuestra recesión económica, nos encontramos confrontando realidades severas.
Existe intolerancia política ascendente, pobre capacidad del estado y un fracaso de liderazgo para exitosamente construir nuestra nación. El Gobierno muy frecuentemente se ha hecho de la vista larga en cuanto a la corrupción y la incompetencia en el servicio público. Esto destruye una provisión clave de gobernanza que promete un servicio público eficiente y responsable. La pobreza, desempleo y la desigualdad continúa existiendo. Nos hemos parado como observadores silente mientras el sistema de educación ha vacilado, y nos hemos parado inerte al ver como el sistema de salud pública se ha derrumbado por pobre gestión de los encargados. El persistente reto de educación, salud, criminalidad y pobreza no se debe a la falta de fondos; la asignación de fondos públicos ha aumentado consistentemente en los pasados veinte años.
Por el contrario, en el corazón de nuestros retos está la pobre capacidad del Gobierno, y la falta de deseo, o inhabilidad de parte de ciudadanos comunes de retar y comprometer al Gobierno.
El Gobierno necesita ser más responsable a sus ciudadanos, y nosotros los ciudadanos debemos de manera más robusta comprometer al gobierno para que así todos podamos atender los retos apremiantes de nuestros tiempos. Solo de esta manera podemos tener la esperanza de navegar nuestro camino hacia un futuro que viva a las expectativas de las promesas del 2008.
La capacidad del estado de atender nuestros retos es débil y declinante, y algunos líderes de todos los sectores se han vuelto crecientemente más oportunistas, menos éticos e irresponsables.
Necesitamos reconocer que Puerto Rico está profundamente afectado por la peor crisis global desde la Gran Depresión. A pesar que Puerto Rico ha estado bien fiscalizado por fuertes regulaciones financieras y fiscal prudente, el efecto tsunami de la recesión económica global ha enviado temblores a través de toda nuestra economía doméstica. Ahora, más que nunca, Puerto Rico necesita Liderazgo y visión para navegar su camino a través de este clima dificultoso. Una ciudadanía comprometida necesita exigir un estado efectivo y responsable que nos rinda cuentas.
Los siguientes tres escenarios, no son predicciones, más bien describen los posibles senderos hacia el futuro. Todos los escenarios tienen su semilla en el presente, y nos permiten echar a un lado los entuertos de una realidad compleja para así ver más claramente los riesgos y oportunidades que enfrentamos.
Caminar Apartados
En el primer escenario; Caminar Apartados, seguimos en el mismo sendero en que estamos hoy. Nuestros problemas apremiantes; desempleo, pobreza, seguridad y pobre entrega de salud y educación, empeoran. Nuestra fibra social se desintegra a la vez que la sociedad civil rompe el compromiso con el estado y se disminuye la confianza pública en las instituciones del estado. Fuerzas fuera del Estado, algunas de índole criminal, llenan la brecha creada por el fracaso del estado de entregar lo que los ciudadanos esperan. Protestas y el malestar escala y provoca una respuesta autoritaria del Estado.
Caminar Detrás
En el segundo escenario; Caminar Detrás, el Estado maneja y lidera el proceso de atender los retos. Los ciudadanos o apoyan fuertemente la intervención del Estado o confrontan un Estado más autoritario. El riesgo en este escenario es que el Estado fracasa al intervenir muy fuertemente en la economía. Eventualmente se ve forzado a tomar prestado de las instituciones financieras multi-laterales. Esto mina la autonomía del país y su habilidad de decidir sus propias prioridades de gasto. Los ciudadanos se vuelven insatisfechos, el estado colapsa, y por tanto nuestra democracia se ve comprometida.
Caminar Juntos
En el tercer escenario; Caminar Juntos, nuestros retos es atendido mediante compromiso ciudadano activo, un estado catalizador, y liderazgo fuerte a través de todos los sectores. Buena Gobernanza (especialmente en la Universidad de Puerto Rico, nuestro centro docente más importante), gestión competente, y el compromiso activo ciudadano se convierte en la llave para arreglar los problemas sociales que pueden convertirse mortales si no los atendemos.
La próxima fase es el estimular y ampliar el debate y conversación para encomiar la gente a activamente comprometerse y tomar responsabilidad por el futuro del país. El momento para el debate es ahora.