Transforman la democracia
La democracia en Puerto Rico necesita evolucionar en sus procesos de inclusión y participación ciudadana. Esta fue la conclusión a la que llegó un grupo de estudiantes del seminario de Teoría y Práctica de la Democracia Participativa, que facilita el profesor Ángel Israel Rivera en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
Según Luis Gabriel Garruchi, estudiante del seminario, la mayoría de los ciudadanos piensan que participar en una democracia se limita a la elección de un representante en el Gobierno y no saben que tienen la capacidad para actuar como agentes políticos.
Debido a esto, considera de suma importancia que se provean espacios de educación ciudadana en las universidades, similares a las que provee su profesor, para así aportar al desarrollo de ciudadanos competentes en nuestra sociedad.
La postura de Garruchi expresa una visión en que la universidad asume su responsabilidad como ente forjador de una ciudadanía consciente de sus deberes democráticos y capacidades políticas. Según esa visión, el ciudadano del siglo XXI debe de reconocerse a sí mismo como un ser capaz de participar en la discusión pública y en la toma de decisiones sobre los temas que lo atañe, como son la economía, la seguridad, la salud, la educación, el ambiente, entre otros.
Este deber de la universidad es reconocida por el profesor Rivera, quien facilita el seminario para estudiantes avanzados del bachillerato de Ciencias Políticas tras haber participado en varios grupos de base ciudadana y haber estudiado diversos ejemplos contemporáneos de democracia participativa.
Según Rivera, educar sobre la democracia participativa y la deliberación democrática para lograr acuerdos entre diferentes partes se está convirtiendo en un “medio imprescindible” para una democracia.
Para lograr su cometido, el seminario se compone de un contenido tanto teórico como práctico; desde visitas al salón por parte de diferentes organizaciones sin fines de lucro hasta ejercicios democráticos grupales realizados en clase. Sin embargo, tanto los temas discutidos como las deliberaciones democráticas las deciden los estudiantes, aclaró Rivera. “El profesor es un mero facilitador”, sostuvo.
Las experiencias dentro del seminario han ampliado su visión sobre las capacidades que tiene el ciudadano para participar en la política pública por iniciativa propia, expresaron sus estudiantes.
Orlando Ortiz admitió que antes “no le apostaba tanto al poder ciudadano” pero ahora, reconoce la pertinencia de que el ciudadano vea, reflexione, rescate y participe en el espacio público.
Así también se siente la universitaria Mónica Maldonado, quien reconoce el potencial de la ciudadanía para ser partícipe de una democracia participativa gracias a los diversos ejemplos estudiados de experiencias de democracia participativa en países como España, Brasil, Argentina, Cuba, Estados Unidos, Venezuela, y Puerto Rico.
Un complemento a las visitas de organizaciones sin fines de lucro son los ejercicios grupales que realizan dentro del salón. Uno de estos ejercicios es el juego Río Revuelto que busca el aprendizaje del diálogo y la deliberación democrática desde la práctica. Dicho juego coloca a los estudiantes en la situación de deliberar sobre una situación ficticia con el fin de que vean cómo funcionan sin el conocimiento de las reglas que componen la deliberación democrática solidaria. Como segundo paso, tras estudiar las reglas, deliberan sobre una situación real para entonces evaluar las dificultades que enfrentaron al principio.
La deliberación democrática se distingue de un debate; la segunda es el enfrentamiento entre ideas para saber cuál domina mientras que la deliberación es el medio por el cual la ciudadanía delinea sus alternativas sobre los propósitos y las acciones a tomar para sus comunidades y su país.
La deliberación democrática no se debe ver como exclusivo para proyectos nacionales sino que también es pertinente para las decisiones que tomamos en nuestro entorno inmediato. “En el salón estaba pensando en mi comunidad, que es una comunidad bien pequeña, y un ejemplo de eso podría ser unirse para crear un programa de reciclaje que sea bien pequeño dentro de la comunidad”, compartió Maldonado. La deliberación democrática es “una forma sana para uno gobernar su estilo de vida”, aclaró.
Como resultado de estas prácticas democráticas solidarias, los estudiantes consideran que han comenzado a desarrollar las capacidades necesarias para forjar un futuro más participativo e inclusivo. Como expresó el universitario José Alejandro Reyes, en el seminario “me siento esperanzador. Hay mucho que hacer y hay mucho que enseñar pero las cosas pueden cambiar en Puerto Rico”.
Por: Enrique G. Figueroa
Publicado en: El Nuevo Día el 25 de abril de 2013