Un mundo de recuerdos arropó a miembros de ALAPÁS
Perdieron a sus hijos en circunstancias violentas. Algunos, ni siquiera saben a ciencia cierta por qué, ni a manos de quién murieron.
Pero, lejos de traducir su dolor en rencor, padres y madres de víctimas fatales del crimen se reunieron ayer, domingo, en un acto de recordación que tuvo como propósito la búsqueda de la paz.
Durante la actividad “Una mano por la paz”, que organizó la Alianza Laura Aponte por la Paz Social (Alapás) para celebrar su décimo quinto aniversario, poco más de una veintena de padres y madres escribieron sobre manos hechas en cartulina blanca los nombres de sus hijos fallecidos para luego colocarlos en un mapa del mundo.
Uno de estos padres fue Rubén Borralí, quien junto al nombre de su hijo dibujó una bola de fútbol, el deporte al que se entregó desde niño Omar Borralí Colón, quien fuera jugador del Club Atlético River Plate de Puerto Rico.
El futbolista tenía 28 años cuando falleció el pasado 3 de junio al ser baleado en el pecho tras una discusión en la comunidad Barrio Obrero, en Santurce, con un vecino de esa comunidad. Allí, el joven adulto impartía clínicas deportivas.
Borralí, padre, indicó que en el proceso de sanación por la muerte de un ser querido es fundamental buscar ayuda de expertos en salud mental, apoyo de otros padres en circunstancias similares e involucrarse en actividades y movimientos para adelantar causas sociales.
En ese sentido, el también maestro de educación física, decidió que le daría seguimiento a los proyectos que el delantero había iniciado en comunidades desaventajadas con el propósito de aproximar a los jóvenes al deporte y al fútbol, que tanto le apasionaba.
“Con eso (el deporte), hacemos lo preventivo. Hacemos ciudadanos de bien, calidad de vida y una mejor calidad de vida entre los seres humanos”, subrayó.
Del mismo modo, enfatizó la importancia de que los padres entiendan el propósito de la partida de un hijo, a causa del crimen.
“Lo primero es agradecer al Todopoderoso el propósito en todo esto. Que esa criatura, ese hijo maravilloso sigue siendo maravilloso, no importa las faltas que haya cometido, como nuestro (Héctor) ‘Macho’ Camacho; que se mantengan unidos orando, y que busquen mejorar a los que se quedaron; enseñando los valores y los principios, arreglando los errores que cometimos, de no estar pendientes, de no bregar con lo preventivo”, sostuvo.
Además, resaltó que es fundamental que las familias de las víctimas le exijan al gobierno una mayor legislación para atajar al problema de la criminalidad.
Por su parte, Mildred Verónica Rodríguez, quien asiste a Alapás desde que su hija Michelle Marie Ruiz de Porras Rodríguez falleció hace 15 años en circunstancias que nunca se esclarecieron, destacó que en los procesos de muerte de un hijo el perdón hacia el victimario y hacia sí mismos es fundamental.
“En los procesos de duelo, hay muchas etapas, hay un punto en el que se culpa o culpa a otro miembro del núcleo familiar por esa muerte porque uno no estuvo ahí para evitarlo. Es por esa razón que uno tiene que aprender a perdonarse”, manifestó.
Rodríguez ha hallado tal fortaleza en la entidad y, con el tiempo, se sumó al grupo de voluntarios de la organización.
Talleres para los niños
Mientras los adultos efectuaban el acto de recordación en el interior del salón de actos de la Universidad del Turabo en Gurabo, en las afueras, varios niños, muchos de ellos hermanos de las víctimas fatales, pintaban pájaros en papel para luego colocarlos en un gran nido, confeccionado con el mismo material.
De acuerdo con la arquitecta Blanquita Calzada, gestora de la dinámica, ese taller sirve para que los niños “tengan un espacio para que expresen su creatividad y es una invitación para ellos de que son importantes en todo este proceso y verlos como expresan a través del color y de las texturas su entusiasmo por a vida y por la paz”.
“A ellos les encanta. Se vuelven locos con las pinturas y los colores y están llenos de entusiasmo con la actividad”, agregó Calzada.
Fundamental la paz para la sanación
La doctora Madeline Morales Martínez, especialista en sicología clínica, indicó que el propósito de la actividad de recordación, así como la misión de Alapás es llevar a los participantes, en su mayoría padres cuyos hijos o hijas han sido asesinados, a un proceso de sanación y de paz espiritual.
“Lo que nosotros perseguimos con ellos es que vayan sanando ese dolor hasta llegar a la paz, dejándoles claro que ese dolor, esa ausencia y ese vacío va a estar con ellos siempre. Va a haber momentos en el año, aún cuando ya estén recuperados, en los que van a tener sus altas y sus bajas, sobre todo en fechas significativas como aniversarios, esos momentos especiales, en los que van a llorar van sentir esa ausencia más fuerte, de manera más especial”, explicó Morales.
Igualmente, mencionó que el tiempo de sanación varía de persona a persona, pero “depende mucho de los matices que tuvo esa pérdida, que en su mayoría son pérdidas violentas”.
Entretanto, resaltó que es esencial que los padres y familiares afectados respeten su proceso y su tiempo de recuperación.
Alapás surgió en respuesta a la muerte de Laura Isabel Aponte Rivera, una universitaria que falleció el 22 de junio de 1997 a causa de una bala perdida mientras se encontraba en la discoteca Hollywood, en el Viejo San Juan.